Líder, defensor de la comunidad y papá: Cayle Tern
Líder, defensor de la comunidad y papá: Cayle Tern
En 1980, Cayle emigró a Estados Unidos con su familia como refugiado de la guerra de
Laos. Sus padres eran agricultores y se desplazaban constantemente por la costa oeste
en busca de un empleo estable. “Mi familia se mudaba todo el tiempo porque era difícil
encontrar trabajo”, recuerda Cayle. “Éramos pobres. Vivíamos de la ayuda de familiares,
amigos, iglesias y de la asistencia pública”. Con el tiempo, su familia se instaló en
Redding, California, donde Cayle estudió en la Universidad Estatal de Chico.
Posteriormente estudió una maestría en Trabajo Social en la Universidad Estatal de
Portland.
Cayle comenzó su carrera profesional en el Departamento de Servicios Humanos de
Oregón como asesor de elegibilidad y luego trabajó como asesor familiar durante los 15
años siguientes. Tiene una amplia experiencia trabajando con inmigrantes y personas
que no son ciudadanas. “Vi de primera mano cómo la gente sigue luchando igual que lo
hice yo 40 años atrás, cuando llegué [a Estados Unidos]”, explica.
Esta experiencia llevó a Cayle al Asian Pacific American Network of Oregon
Communities United Fund (APANO CUF), atraído por la misión de la organización de unir
a asiáticos e isleños del Pacífico para tener mayor presencia, desarrollar líderes y
promover la equidad. El APANO CUF y la APANO constituyen una voz líder en la
comunidad desde 1996 y siguen evolucionando en los ámbitos de la organización de
base, la defensa comunitaria, el desarrollo comunitario y el trabajo cultural.
“La APANO me dio la oportunidad de ayudar a las personas desde abajo, participando
en la defensa de cambios de políticas para conseguir un entorno más integrador, no
solo para inmigrantes y refugiados, sino para todos”, afirma Cayle. Él tiene ahora raíces
en la comunidad de Portland y lleva mucho tiempo trabajando para mejorar las
condiciones de vida de sus vecinos. Es miembro del Consejo Escolar de Reynolds y
presidente de la Asociación Iu-Mien de Oregón, además de director del Programa de
Inmigrantes de la APANO.
“Como muchos inmigrantes y refugiados, tuve una infancia difícil. Fui víctima del racismo y del odio. Sufrí discriminación. Y a pesar de todas las desigualdades sociales y desafíos que enfrenté por formar parte de una familia que dependía de la asistencia pública, la sociedad esperaba de mí que triunfara y me convirtiera en estadounidense. Pero no un estadounidense según mis criterios, sino según los establecidos por los Estados Unidos blancos”, señala Cayle. “Muchas personas me hacían la misma pregunta: 'Entonces, ¿por qué te quedas? ¿Por qué no te marchas y regresas a tu país?'. La realidad es que muchos no podemos. La violencia que se ve por televisión con un gobierno opresor es muy real”.
Su profundo sentido de la empatía y su ambición por apoyar a la comunidad a través de
la acción política hacen de Cayle un defensor compasivo de Food for All Oregonians .
Ayudó a organizar la conversación comunitaria de la APANO sobre la seguridad
alimentaria, en la cual los participantes hablaron de las barreras que tienen para
acceder a los alimentos. Entre las preocupaciones comunes constaban el aumento del
costo de la vida, el transporte, el acceso a alimentos culturalmente apropiados, las
barreras de comunicación y de información, y el impacto del estatus migratorio.
Combinados, estos obstáculos al acceso a los alimentos y a programas de asistencia
más amplios afectan negativamente el bienestar de la comunidad y su sensación de
optimismo de cara al futuro.
“The Food for All Oregonians campaña es importante y tenemos que asegurarnos de que se apruebe porque ayudará a mitigar algunos de estos problemas”, señala Cayle. “Los resultados que vimos [de nuestras conversaciones] no nos extrañaron. Pero eso demuestra lo difícil que es hacer ver a la gente la importancia de que los miembros de nuestras comunidades (sin importar quién seas, de dónde vengas, cuál sea tu origen o tu religión) no deberían pasar hambre”.
La energía y la pasión de Cayle por la defensa de los derechos de las personas de la
comunidad impulsan nuestro trabajo común para mejorar Oregón, con el fin de que las
generaciones futuras no tengan que enfrentar las mismas dificultades. “Recuerdo que,
cuando iba a la escuela, para desayunar servían avena, sándwiches de queso, cereales,
crema de maní y mermelada, hot dogs y ensaladas, comidas típicas de la cultura
estadounidenses blanca”, recuerda. “Y esos días no comía porque eso no era a lo que
estaba acostumbrado y, francamente, sabía mal. Recuerdo que a veces llegaba a casa
llorando porque tenía mucha hambre. Imagínate ir a la escuela e intentar aprender con
hambre”.
Cuarenta años después, muchas de las mismas políticas y prácticas discriminatorias
que vivió Cayle de niño siguen afectando a muchas familias. “Ahora tengo hijos. Llegan
a casa hambrientos y me dicen que no hay nada para comer [en la escuela]. En mi caso,
tengo la suerte de estar en casa y poder dar de comer a mis hijos cuando llegan”.
Todos los habitantes de Oregón merecen tener acceso a opciones alimentarias
nutritivas que les sean familiares. Pero los efectos de la pandemia y el aumento de los
precios de la comida obligan a cada vez más familias a tomar decisiones presupuestarias difíciles. Algunas familias pueden recurrir a programas de asistencia alimentaria como el SNAP, pero las barreras intencionales obstaculizan la capacidad de muchísimas familias para acceder a recursos esenciales.
Nuestras comunidades necesitan un cambio significativo para eliminar esas barreras
tan antiguas y garantizar Food for All Oregonians. Si trabajamos juntos en los próximos
meses, tendremos una oportunidad real de crear una red de apoyo accesible para
todos, sin importar de dónde vengamos.
“No tengo palabras para expresar lo importante que es poder proporcionar asistencia a las personas de nuestra comunidad”, afirma Cayle. “Nadie tiene por qué pasar hambre en este país. El problema no es que no podamos permitírnoslo; sí podemos. Solo tenemos que convertirlo en una prioridad”.